miércoles, 21 de enero de 2015

Viaje a Australia I. Intro

Hola, soy Miguel y me inicio en esto de los blogs para tratar de contar algo sobre mi vida, sé que a poca gente le puede llegar a interesar la vida de un treintañero solterón, sin hijos y que sobrevive en casas de sus padres, pero creo que algunas de mis experiencias pueden llegar a sorprenderos y hacer cambiar de idea a más de uno.


Comenzaré contando la última etapa de mi vida, la mas enriquecedora desde el punto de vista personal y cultural. Os contaré como decidí dejar a mi familia y amigos atrás y  perseguir la esperanza de conseguir un futuro mejor a 17.000 kms de distancia, en un lugar al que llaman el Pais de Oz por su parecido al mundo descrito en la novela infantil de L. Frank Baum "El Mago de Oz", aunque nosotros lo conocemos mejor por el nombre de Australia.

Viaje a Australia (II). Una situación dificil.


No lo tuve tan fácil como Dorothy en Oz, que sólo tenía que seguir el camino de baldosas amarillas, mi situación era algo más complicada. Había pasado de ser un joven deportista con dinero en la cartera, un trabajo estable y una novia preciosa a un desempleado soltero, regordete e incapaz de encontrar un trabajo que durara mas de 2 meses.

Me miraba al espejo y veía a un perdedor, a un fracasado. Mi aspecto físico era lamentable, no acostumbraba a afeitarme y hacía mucho que no visitaba a un peluquero de verdad, la inactividad me pasaba factura y se me notaban los kilos de más… podría haberme apuntado a un gimnasio o haber hecho algo de deporte pero, aunque la falta de dinero aún no era muy preocupante, la falta de motivación si que era muy evidente. No tenía ilusión por nada.
Mis amigos tampoco ayudaban mucho, todos tenían problemas similares a los míos y era muy difícil sacarles una palabra de ánimo, así que opté por dejar de salir con ellos y encerrarme en casa.  Tampoco fue una gran idea esa,pues mi familia tiene una profunda ética del trabajo… "Si pones ladrillos, eres albañil. Si arreglas tuberías, eres fontanero. Si escribes libros, eres escritor. Pero si deambulas de un lado para otro sin saber qué hacer, no eres nada". No entendían que me quedaba días enteros en casa porque no sabía qué hacer en la calle. Ya había repartido curriculums por toda la comarca e incluso había visto como los tiraban a la basura nada más entregarlos, intenté volver a estudiar e ingresar en la universidad pero los precios de las matrículas eran astronómicos y no tenía ánimo de salir a relacionarme con nadie. Supongo que era más fácil tacharme de vago que preocuparse por saber que ocurría.
En fin, me veía en una situación en la cuál no podía contar con la ayuda de nadie, o trepaba por mi mismo los muros en busca de la luz o me hundía en las profundidades el abismo.


Como dijo uno de mis ídolos: "En el mundo no todo son  arco iris y amaneceres, es un lugar sucio y repugnante al que no le importa lo
duro que seas, te golpeará hasta ponerte de rodillas y te mantendrá así eternamente si se lo permites. Ni tu, ni yo ni nadie golpea más fuerte que la vida misma. Pero no se trata de quien golpea más fuerte, se trata de encajar los golpes y seguir avanzando, de resistir mientras avanzas. Ahora, si sabes lo que te mereces en esta vida, ve y consíguelo pero tendras que aguantar los golpes y no señalar con el dedo mientras dices que no tienes lo que quieres por culpa de él, de ella o de quien sea…. los cobardes hacen eso y tu no eres uno de ellos, tu eres MUCHO MEJOR que eso!!".

lunes, 19 de enero de 2015

Viaje a Australia (III). Decidido!!


Después de darme cuenta que no sólo mi situación era deprimente sino que todo a mi alrededor mostraba un ambiente gris y desolado, pensé que lo primero que tenía que cambiar era todo mi entorno y lo mejor para eso era viajar a un lugar totalmente diferente a donde había vivido siempre, y tras una charla con mi primo francés, ya tenía el lugar decidido.

Había ojeado en Internet cuales eran los mejores países para vivir y entre los primeros me salió Australia, lugar donde había estado trabajando durante 8 meses mi primo Stephane, que me habló maravillas sobre el país, así que sólo faltaba organizar fechas y demás.

domingo, 18 de enero de 2015

Viaje a Australia (IV). Organizar el viaje y hacer cuentas.


Lo preparé todo mediante una agencia que lleva estudiantes a varios puntos del planeta. Por mi condición de español, no podía entrar en Australia a menos que fuera con un visado de estudiante, el cuál me permitía trabajar un máximo de 20h. a la semana mientras durara los estudios y a jornada completa durante las vacaciones del curso. Me esperaba poder trabajar bastante más pero no me importaba, mi prioridad era salir de donde me encontraba y ganar el dinero suficiente para poder subsistir.


Australia exige una serie de requisitos para poder traspasar sus fronteras que no son para nada baratos. Al ser español y no poder acceder al visado de trabajo, debía entrar con un visado de estudiante que costaba unos 450€, más el curso que tenía que contratar al ser estudiante, que debe ser de inglés si no certificas un nivel avanzado del mismo, dicho curso oscila entre los 2.000 y los 4.000€ por tres meses de formación (evidentemente escogí el más barato) añadiendo otros 100€ aproximadamente por un examen médico que te exige el departamento de Inmigración Australiana para asegurarse que no padeces tuberculosis, dengue o cualquier enfermedad que pueda ser introducida en su singular ecosistema. A todo eso hay que sumar el billete de avión que ronda los 750€ (solo ida), otros 150€ por una semana de alojamiento en un backpacker o albergue mientras encontraba una residencia mas estable y otros 100 o 200€ en preparativos para un viaje tan largo (maleta, adaptador de enchufe, pantalones, etc..)

En total me había gastado unos 3.500€ y aún no había subido al avión, pero ya no había vuelta atrás.


Mi aventura en solitario hacia algo tan exótico y desconocido como Australia estaba cada vez más cerca y con ello emergieron dos sentimientos dentro de mi que hacía tiempo que no sentía, uno era la ilusión por descubrir qué me esperaba allí y el otro era el miedo por volver a fracasar como ya era costumbre en mi….Tengo que admitir que, por momentos, el miedo superaba a la ilusión pero ya lo tenía decidido, esa era mi vía de escape, mi último tren… y no podía dejarlo escapar.

sábado, 17 de enero de 2015

Viaje a Australia V. La recta final.

A falta de poco más de dos semanas para emprender mi viaje decidí contar a mi familia y amigos la aventura que me disponía a vivir, lo había organizado todo a espaldas de todo el mundo sin consultar ni comentar nada a nadie, sólo la persona de la agencia que me estaba ayudando sabía lo de mi "escapada". Trataba de aislarme de las opiniones nocivas de personas que no se atrevieron a hacer algo parecido y comentarios como: Estas loco!! ¿Qué vas a hacer tan lejos? Si no sabes inglés!! Y Solo!!....etc.

Otro de mis ídolos dijo: "Nunca dejes que nadie te diga que NO puedes hacer algo, las personas que NO son capaces de hacerlo, te dirán que tu tampoco puedes"…Y así hice, no las dejé que dijeran nada.

Aunque no sé si debido a la resignación de no poder convencerme ya, pero todos aceptaron la noticia de bastante buen grado, dando palabras de ánimo y celebrando alguna que otra despedida en mi honor, algo que fue de agradecer.
No sé si he comentado que me crié en una barriada humilde de corte rural perteneciente a un pequeño pueblo donde el hecho de pasar una semana de vacaciones en Portugal ya era como si hubieras conquistado la Antártida. Es como vivir en los 60's pero con Internet y sin "flower power"…


En fin, ya tenía mi maleta preparada, mi billete comprado y mi mente convencida de que iba a triunfar allí. Tomé el tren hasta Barcelona y desde allí ya me esperaban 13 horas de vuelo hasta Singapur, donde haría escala y pararía durante 4 horas para finalmente, volar las últimas 7 horas hasta Brisbane (Australia). La ciudad que había elegido por no ser tan grande como Sydney o Melbourne, pero en auge y con un buen clima. El tiempo acabaría confirmando que había hecho una buena elección.

viernes, 16 de enero de 2015

Viaje a Australia (VI). La llegada


El miércoles del 10 de abril de 2013 a las 19:22, el avión en el que viajaba aterrizó  en Brisbane. Después de más de 2 días sin apenas dormir por los nervios y por la incomodidad de los asientos de la aeronave, por fin estaba en el destino que había elegido. Me sorprendió que a pesar de no ser ni las 19:30 ya era totalmente de noche, creía que Australia era un país soleado y supuestamente era verano allí; en mi casa las tardes de verano se alargaban hasta casi las 22:00 de la noche, esa fue mi primera decepción.

Una vez desembarcado del avión y con la maleta facturada ya recogida, me dirigí hasta las mundialmente conocidas aduanas australianas que hasta tienen su programa de televisión donde se refleja como son de duras para no permitir la entrada de cualquier sustancia peligrosa para el país y su ecosistema. Ya había visto ese programa un par de veces antes de tomar el avión así que iba un poco asustado, un miedo irracional y estúpido porque no llevaba nada por lo que preocuparme, era la misma sensación que cuando te cruzas con un control de la Guardia civil, sabes que llevas todos los documentos en regla, no has bebido ni nada pero aún así preferirías no tener que encontrarlos.

Pasé el control de aduana sin el mayor problema, sólo examinaron mis botas de fútbol cuando me preguntaron si  llevaba algo que pudiera contener semillas o restos de plantas, pero en 2 minutos ya estaba en la puerta del aeropuerto cogiendo el taxi.

Me sorprendió que la primera persona "australiana" que vería fuera del aeropuerto sería un taxista hindú con un turbante blanco, barba y bigote perfectamente cuidado, un punto rojo pintado en la frente, una corbata elegante, una camisa blanca perfectamente planchada y un pantalón de pinza negro.  La primera visión de Brisbane era totalmente diferente a lo visto durante décadas en mi pueblo y eso me gustaba.


El taxi me llevó a mi lugar de alojamiento, la carrera me costó unos $43 (AUD: dolares australianos), poco después me enteraría que podía hacer el mismo trayecto en tren por apenas $7. 

Viaje a Australia (VII). La adaptación.


Me alojaba en "Banana Benders", un backpacker o, en su traducción al español, un albergue para mochileros. Compartía habitación con otras 3 personas a cada cual más raro, aunque apenas los veía pues sólo coincidíamos de noche cuando llegábamos para descansar y generalmente siempre había alguien durmiendo.


Llegué a hablar con mi compañero de litera, un alemán con cara de niño que parecía haber venido de excursión con el colegio, dado mi escaso nivel de inglés y mi nulo nivel de alemán, la conversación no duró mucho. En la otra litera dormía un japonés, que trabajaba de cocinero en un restaurante y tenía la extraña costumbre de llevarse los cuchillos a la cama, y un sueco, al que apenas vi un par de veces.

De todas formas, aquello era un ir y venir de personas de todos los lugares del mundo, alemanes, brasileños, suecos, daneses, japoneses, coreanos, etc.. que se alojaban allí, algunos simplemente por un día o dos y otros durante meses.

Una vez instalado temporalmente en el backpacker, tocaba visitar a Miguel, la persona que la agencia tenía en Brisbane para ayudar a los nuevos estudiantes que llegaban a la ciudad provenientes de distintos puntos de España. Fue de gran ayuda, pues me presentó a gran parte de la comunidad española que él conocía en Brisbane… y ellos a su vez me ofrecieron su ayuda para aclimatarme mejor a la nueva vida en Australia.

Gracias a Montse, una malagueña preciosa, que conocí por gentileza de Miguel, conseguí dejar el backpacker donde me alojaba para irme a vivir en lo que sería mi hogar durante más de 6 meses.

En fin, el problema del alojamiento estable ya estaba solucionado, ya sólo quedaba empezar las clases y buscar un trabajo para mantenerme.

jueves, 15 de enero de 2015

Viaje a Australia (VIII). Las clases


Después de un par de días en la ciudad y pasear por algunos de los lugares más representativos, me tocaba hacer la prueba del colegio de idiomas para saber cual era  exactamente mi nivel de inglés. El nerviosismo se apoderaba de mi mientras subía a la 2ª Planta de ese edificio, cuando se abrieron las puertas del ascensor pude admirar a esos estudiantes primerizos como yo bajo el cartel de "Viva College", venidos desde lugares tan lejanos y diversos como Japón, Corea, Polonia, Camboya, Irán, Brasil, Colombia, etc..Algún@ que otr@ estaba incluso más nervioso que yo.


También había algún que otro español, así que me uní a un valenciano llamado Víctor, un gran tipo, nos sentamos en una mesa a hablar y en ese momento se nos acercaron dos japonesas. Entre los cuatro comenzamos lo que debía ser una conversación fluida en inglés. Víctor se desenvolvía bastante bien pues, como ya me había contado, había vivido en Inglaterra y Haruka, una de las japonesas, aunque no hablaba tan fluido, le ponía bastante interés haciendo preguntas sin parar, yo a parte del What's your name? y alguna que otra cosa que "improvisaba" poco más podía decir… al menos hablaba algo más que la otra japonesa que sólo sonreía.

Cuando ya pasó el periodo de relajación antes de la temida prueba de nivel nos llamaron para entrar en la sala de la biblioteca, donde hicimos un examen en el ordenador. Después un profesor nos hizo un test oral, nos dieron unas galletitas y un zumo y nos mandaron a casa.

Me sorprendió el resultado de la prueba, "Intermediate", un nivel aceptable dado que era la primera vez que estaba en un país anglohablante...(Gibraltar no cuenta).

Al día siguiente entré en la clase de Intermediate, dubitativo y tímido como siempre que se empieza algo nuevo, pero poco a poco me fui dando cuenta de que estaba en una buena clase, con buenos profesores aunque alguno que otro no lo fuera tanto y  q tenía unos compañeros maravillosos,  que tanto fuera como dentro de clase me ayudaron bastante, nos divertimos y pasamos momentos inolvidables, por eso toca hacer un impás en este post para nombrar y agradecer a esas personas espléndidas que  compartieron esta aventura conmigo:

Verónica, Luis, Igor, Isolda, Frederico, Bárbara, Patrick, Salvador, Alex, Laura, Felipe, Cármen y también a las personas que conocí gracias a ellos como Nacho, Astrid, Sergi, Raul, Viviana, Luis y muchos mas que me dejo en el tintero. THANKS A LOT, GUYS!!

Viaje a Australia (IX). La familia australiana.


Ya había pasado una semana desde que llegué, y debía abandonar el backpacker e instalarme en la nueva casa. Una  vieja "Queenslander house", casas de madera de dos pisos, con tejados a dos aguas, de estilo victoriano, que eran carácteristicas de la región de Queensland, a la cual pertenecía Brisbane. La parte superior de la queenslander se dividía en dos habitaciones, una individual y otra compartida para 2 personas, y en la planta baja había otras dos
habitaciones (individual y compartida), un amplio salón, un baño y una cocina con una puerta que daba al patio trasero, donde estaba la lavadora y los tendederos para la ropa. Los baños en Australia eran algo diferentes a los que había visto hasta ahora, pues el inodoro se encontraba en una pequeña habitación separada de la habitación contigua donde estaba la bañera y el lavabo.

Yo había optado por alquilar la habitación individual de la planta superior, pues la idea de compartir estancia, a pesar de ser mas barato, no me seducía mucho, a parte de las vistas y la tranquilidad que aquel cuarto me daba.

Crucé el pequeño patio delantero y abrí la puerta de entrada, el sonido de los ruedines de mi maleta al ser arrastrada junto con la penumbra del amplio salón no denotaban el mejor ambiente para una bienvenida. Vislumbré una luz que salía de un portátil y pegado a éste se encontraba Carlos, un mallorquín pelirrojo de 1.90m de altura, aficionado al manga y total ferviente de "Diablo"… no del ser satánico, sino del juego de rol online al que le gustaba jugar cada vez que podía.

Nos quedamos largo rato hablando mientras iban apareciendo los demás inquilinos de la casa y me iba presentando. Le mencioné mi afición por el poker,  sacamos unas cartas y empezamos a jugar unas partidas apostando macarrones, poco después se iba uniendo más gente a la timba y pasamos una tarde agradable.

Cuando ya me había presentado ante todos, Carlos me dijo, "verás como estarás a gusto en esta casa, porque aquí somos como un familia" y no se equivocaba aunque me tomara algo de tiempo para descubrirlo. Carlos se portó como un hermano para mi y nos ayudamos bastante, fue uno de los personajes importantes de esta historia y es algo que le tendré eternamente agradecido.


Ya se sabe que la convivencia en una casa es difícil y mas cuando son supuestamente 6 personas las que deben compartir el mismo techo pero, tras varias llegadas y despedidas de gente, terminamos creando un excelente grupo humano. Lukas, un checo algo rarillo, Michael, un alemán terco y obsesionado con  el culto al cuerpo, pero con un corazón que no le cabe en el pecho, el ya conocidísimo gran Carlos y un servidor… fue genial vivir en esa casa y un honor compartirla con ellos. Lástima que acabaran echándonos y disolviendo el grupo pero de eso ya hablaré más adelante.

miércoles, 14 de enero de 2015

Viaje a Australia (X). La búsqueda de empleo.


Las semanas transcurrían inquietas en Brisbane y el nivel de vida de la ciudad empezaba a pasarme factura, y nunca mejor dicho. El alquiler semanal de la habitación, la comida, teléfono y transporte hacían bajar los números de la cuenta corriente de una forma bestial. Y eso que había conseguido un "trabajo" de 4 horas a la semana gracias a Luis, uno de mis compañeros de clase, pero apenas me daba para cubrir la comida y poco mas. Tengo que aclarar que busqué algún empleo especializado en algo que ya había trabajado en España, que era operador de almacén o administrativo. Pero esa clase de trabajos están prácticamente vetados para los estudiantes, así que tuve que ir bajando mis exigencias hasta aceptar cualquier tipo de trabajo que surgiera con tal de mantenerme.

Los pocos ahorros que me habían quedado después de planear todo el viaje estaban casi agotados, ni siquiera tenía para comprarme el billete de avión si decidía volverme a España. La ansiedad empezó a apoderarse de mi, necesitaba un trabajo ya. Mi familia parecía haberse dado cuenta que no lo estaba pasando del todo bien en tierras australianas e hicieron una pequeña recolecta y me ingresaron un buen dinero en mi cuenta que me salvaría en caso de que la cosa fuera a peor.

Yo siempre he sido una persona orgullosa, había ido a Australia para triunfar o al menos a intentarlo, de ninguna manera iba a usar el dinero que a mi familia tanto les cuesta ganar para sobrevivir en Australia y luego tener que volver a España con el rabo entre las piernas. Me negaba a que eso ocurriera.
A pesar de la frustración que sentía esas primeras semanas por no conseguir trabajo, me sentía feliz por el hecho de que una vez más, sin necesidad de que yo lo pidiese, mi familia había estado ahí echándome una mano cuando las cosas iban mal y eso me daba confianza para afrontar las cosas con mayor seguridad.

Le había comentado a Roberto, un salmantino bastante generoso que había conocido mediante Miguel en la agencia, mi problema laboral. Y gracias a él me llamaron para trabajar de dishwasher (lavaplatos) en un restaurante chino en Gold Coast, una ciudad a más de una hora de Brisbane.

El sueldo no era bueno, pues $12 por hora era algo insultante cuando lo mínimo que se pagaba en cualquier empleo eran unos $18 por hora.  Pero al ser 10 horas diarias, con almuerzo y cena incluidos, hacía que el total ganado a la semana fuera más que suficiente para vivir sin problemas. El trabajo era muy duro y bastante exigente. Aparte de las casi 13 h. diarias que había que dedicarle entre trabajo y desplazamientos, lo cual me suponía un gran inconveniente con la escuela, pues faltaba mucho a clase y hacía que mi nivel de asistencia bajara considerablemente lo cual condujo a que me mandarán un "warning" o aviso diciendome que no estaba cumpliendo con los requisitos del curso y que llamarían a inmigración con la consiguiente anulación de mi visa y posterior deportación si seguía  faltando a clases.


Así que, después de 4 días de intenso trabajo y con la felicidad de haber conseguido mi primer sueldo de verdad en Australia ($480 en una bolsa de plástico con mi nombre en chino..ver imagen) cedí el trabajo a mi amigo Carlos, que tenía un curso que le daba más libertad con el tema de la asistencia y que también lo estaba pasando un poco mal con la búsqueda de empleo.

Poco después me volvió a llamar Roberto para decirme que había un puesto disponible como cleaner (limpiador) en un edificio de oficinas y rápidamente lo acepté. Eran 4 horas diarias y estaba a 15 minutos de casa, lo que me permitía ir a clases sin problemas. Aunque ganaba menos que en el restaurante, éste trabajo me dio  la estabilidad para poder seguir viviendo en Australia y no tocar el dinero que mi familia me prestó.

martes, 13 de enero de 2015

Viaje a Australia (XI). Alegrías y decepciones.


Carlos fue poco a poco incluyéndome en su pandilla de amigos, donde tuve la enorme suerte de descubrir a personas maravillosas e interesantes; Marc, un autentico artista y un genio, amigo de la infancia de Carlos y compañeros de viaje (pues llegaron juntos a Brisbane desde Mallorca), Tamara, una belleza onubense de grandes ojos claros y un atractivo toque de locura y Eli, una guapísima catalana, psicóloga y amante del running y la vida sana. Fue una lástima no compartir mucho mas tiempo con todos ellos, pues Marc primero y Tamara después, fueron dejando el país para tomar caminos diferentes. Pero Carlos, Eli y yo seguíamos manteniendo la esencia del grupo.


Por fin había alcanzado una estabilidad en Brisbane: tenía trabajo con el que mantenerme, una casa con buena convivencia, progresaba en mis estudios y tenía muy buenos amigos. Pero, por las experiencias de otras personas y las conversaciones con amigos que llevaban mucho mas tiempo que yo en la ciudad, empezaba a dudar de si sería posible realmente hacer una vida y tener un futuro en el país de Oz.

Poco a poco vi que vivir en Australia no era el destino de la vida de muchas personas que llegaban allí, que tan solo era una parada más; que no era el sueño del que buscaba algo mejor, sino un montón de experiencias y bonitos recuerdos que guardar; que no era lugar para amores eternos, pero si de deseos esporádicos y grandes amistades.

Todo esto me provocaba un  pequeño sentimiento de desencanto y decepción pues mi idea había sido la de instalarme en Australia y hacer mi vida allí… una decepción que se hizo total con un hecho que me ocurrió en Noviembre de 2013 y que ya contaré en próximas entradas. Pero también me surgía una sensación de alegría porque me sentía adaptado a la ciudad, empezaba a plantearme nuevas metas y comencé a darme cuenta de lo grande que podría llegar a ser la experiencia que estaba viviendo. 

Viaje a Australia (XII). Monotonía Vs Spanish team.


Los meses pasaban tranquilos en Brisbane y mi vida empezó a entrar en una rutina que no me agradaba mucho. Mi vida consistía en levantarme a las cuatro y media de la madrugada para ir a trabajar, volver sobre las nueve y media a casa, desayunar, ducharme e irme a la cama un rato, pues no dormía mucho por las noches teniendo que empezar la jornada tan temprano.

Me levantaba sobre la una del mediodía, hacía las tareas de casa, la compra y bajaba a la city (centro de la ciudad) cuando tenía que hacer alguna gestión. Luego llegaba a casa preparaba mi almuerzo, comía y me iba al colegio. Cuando volvía a las nueve de la noche a casa, cenaba algo, pasaba un tiempo conversando con mis "housemates" (compañeros de casa) y me iba a mi habitación para contar a mi gente de Cádiz cómo me iban yendo las cosas por las antípodas… y así era prácticamente cada día.

No había viajado 17.000 kms para vivir en una monotonía, eso ya lo tenía en España. Por suerte, los fines de semana siempre solian tener algo de diversión. Algunos viernes después de clases, soliamos reunirnos los compañeros en el "beach house", lugar de encuentro de estudiantes para tomar unas cervezas, conversar y escuchar música en directo. Me acabó gustando mucho ese sitio. De vez en cuando tambíen iba a las ya famosas fiestas que Luis el sevillano solía hacer en su casa.

Los sábados eran los  días que más solía disfrutar. Pasaba la tarde y la noche, después de trabajar, en el "Spanish center" un club para españoles y latinos emigrantes en Australia, donde se solían celebrar bailes y fiestas conmemorativas de los diferentes paises, sobretodo de España, como la fería de Abril, San Fermín, etc… 

Tambíen organizaban torneos de fútbol en los campos anexos al club, y nuestro equipo lo representaba. El "Spanish team", pero con jugadores de varias nacionalidades. Me encantaba jugar, era algo que ya solía hacer en varios equipos de la zona del campo de gibraltar antes de cruzar Europa y Asia... y eso me traía buenos recuerdos, además de los beneficios que siempre trae practicar un deporte colectivo. 

Aunque lo mejor del partido siempre venía después, cuando nos reuníamos en torno a una mesa con una cerveza en la mano y comentábamos nuestras vivencias. A veces se nos unía al grupo algún español veterano y nos contaban como habían vivido los últimos 35 o 40 años en Australia consiguiendo la nacionalidad australiana con todos los beneficios que ello conllevaba, incluso conocí a un hombre que había vivido y formado una familia en Algeciras, el lugar donde nací. Yo los escuchaba con atención, sobretodo en la parte que decían que antiguamente era mucho más fácil conseguir la nacionalidad australiana que ahora, parecía ser que cualquier tiempo pasado fue mejor, en cualquier sitio… y eso me hacía hervir la sangre.


Alli conocí a bastantes personas estupendas con las que me fue muy fácil entablar amistad y sentirme cómodo en su compañía. Buenísimos amigos como Mario, Raúl "galleguiño", Omar, Pablo, Dani, David, Josué, Jordi, Alberto o Edu. Algunos de los cuales tuvieron bastante importancia durante las siguientes etapas de mi vida en Australia.

lunes, 12 de enero de 2015

Viaje a Australia (XIII). La decisión ¿Me quedo o me voy?


Era principio del mes de Agosto y mi visa estaba a punto de expirar, ya habían pasado los 3 meses de curso en Viva college y solo me quedaba parte del mes de vacaciones que la escuela me daba. No tenía mucho tiempo para decidir que seguiría haciendo después. Si renovar la visa o volver a España.

Me sentía decepcionado, mi experiencia australiana se limitaba a trabajar, estudiar y beber cerveza,  habían pasado casi 4 meses y ni siquiera había visto un canguro o un koala. No era lo que había esperado de un viaje tan importante… También es verdad que podría haber ido a "Lone Pine Sanctuary" una especie de zoo con los animales típicos de Australia a sólo 25 minutos en bus desde la "city" y sacarme la típica foto con el koala en brazos que tiene todo el que ha estado allí, pero ver animales en recintos cerrados nunca me ha parecido interesante.

Tocaba hacer balance para tomar una decisión lo mas acertada posible, mirar los pros y los contras y tenerlo todo claro. En contra de quedarme en Australia tenía bastantes motivos como que me habían bajado de horas en el trabajo con lo que ganaba menos y no me daba apenas para ahorrar, las pocas expectativas que tenía del país después de oír los relatos depresivos de mucha gente, las despedidas de buenos amigos que ya se habían ido o se marcharían pronto, que hacían sentirme algo solo, el gasto que suponía volver a pagar una visa, un curso y un examen médico o el hecho de la boda de mi hermano, que si renovaba la visa me la perdería. Parecía que todo me empujaba a volver a Andalucía.

En los pros tenía que no podía volver a España para vivir como lo hacía antes de emprender este viaje y que sabía que me quedaba mucho por descubrir y vivir en Australia todavía. Parece ser que esos dos motivos fueron suficientes para quedarme, arriesgarme y seguir intentando vivir la gran experiencia australiana.
Así que, cambié de agencia, pagué una nueva visa, un reconocimiento médico y parte de un curso de marketing, en vez de seguir estudiando inglés, pues eran más baratos y no me exigían ir cada día a clase, lo que me dejaba más tiempo libre para buscar otro trabajo.

Mi cuenta volvía a estar prácticamente en ceros, pero ahora con un curso, que odiaba, pendiente de terminar de pagar, un billete de vuelta a España por comprar y el objetivo de conocer algo más de Australia que no fuera Brisbane por realizar.

Me tenía que espabilar y poner las pilas, no iban a ser fáciles los 8 meses más que decidí quedarme pero tenía tiempo y estaba animado y esperanzado en que todo iba a salir bien.


Viaje a Australia (XIV). Buenos Momentos.

Tardé poco en descubrir que no me había equivocado quedándome más tiempo en Australia. Gracias a Verónica, amiga y compañera en Viva College, conseguí un nuevo trabajo para algunas tardes, eso sí y cómo no, limpiando las instalaciones de una empresa constructora. Eso me hacía sentirme más desahogado, pero aún no era suficiente para conseguir mis objetivos.

También disponía de más tiempo libre, que disfrutaba yendo con mis housemates, Carlos y Michael, al Victoria Park, un parque acondicionado para hacer ejercicios físicos con barras y demás artilugios. La verdad es que Carlos y yo necesitabamos hacer algo de deporte para mejorar nuestra forma. Aunque no fuéramos muy constantes.



Algunas tardes, Carlos y yo quedábamos con Eli para tomar café y hablar de nuestras cosas. Eli era la que más tiempo llevaba viviendo en Australia dentro de nuestro grupo, y siempre se escuchaba con atención cuanto decía. Una mujer con carrera universitaria, inteligente, guapa, divertida, temeraria y con un altísimo nivel de inglés; y tras 2 años en Australia, trabajaba de niñera para sus caseros… Eso me daba mucho que pensar sobre mis objetivos en ese país, porque si una persona tan bien preparada como ella sólo podía aspirar a un puesto así; entonces yo, sin titulación universitaria, de pensamiento espeso, algo inseguro y con un nivel de inglés bastante suficiente, ¿A qué podría aspirar en Australia? ¿A seguir limpiando oficinas y baños durante años?...  Nunca he sido una persona privilegiada, que haya podido trabajar haciendo las cosas que más gustan. Si me tengo que tirar al barro para ganar un sueldo digno, lo hago sin perder la cara; pero me gusta saber que el trabajo que hago va dirigido hacia algo mejor que me ayudará a prosperar, que estar en el barro es sólo el primer escalón en la escalera hacia el éxito y ver que hay luz al final del túnel pues no es grato vivir en la oscuridad.

En fin, cada día me daba más cuenta que Australia no era precisamente el país de las oportunidades.

En una de nuestras reuniones de sobremesa, Eli vino acompañada de un recién llegado a la ciudad de Brisbane, Albert, un chico deportista, amante del fútbol y del Barça, proveniente de un pueblo de la Cataluña profunda, cosa que se hacía patente por su marcado acento al hablar. Una maravillosa persona, trabajador incansable y alma de las fiestas como descubriría más adelante.

Durante la amistosa charla de los cuatro en la cafetería, Eli, cabeza pensante del grupo, propuso la idea de hacer un viaje de un fin de semana por varias ciudades al sur de Brisbane como Byron Bay o Nimbin, para celebrar su cumpleaños y también un poco a modo de despedida de Carlos pues le quedaban pocas semanas en el país. Una gran idea pues nos apuntamos todos al instante.



El viaje acabó siendo inolvidable, lleno de anécdotas muy divertidas, momentos únicos y bastante alcohol. Un recuerdo imborrable de cuando me lo pasé realmente bien en Australia.

domingo, 11 de enero de 2015

Viaje a Australia (XV). La montaña rusa.


La vida en Australia tenía bastantes altibajos, era como una montaña rusa de emociones y hechos que van cambiando tu entorno a cada momento. La casa, los amigos, los estudios o el trabajo no solían ser de una gran estabilidad. En parte, esto era lo que hacía de Australia una gran aventura, los constantes cambios que surgían y que te hacían tomar decisiones a cada momento.

Me encontraba en un estado alto de ánimo, disfrutaba con los amigos, tenía 3 trabajos que me reportaban bastantes beneficios y mi confianza se fortalecía al verme superar los problemas. Pero, como toda montaña rusa, cuando estas arriba toca bajar y a bastante velocidad.

Perdí el trabajo que tenía por las tardes, lo que suponía una importante bajada de mis ingresos; nos echaron de nuestra casa, donde convivía estupendamente con mis compañeros; y bastantes de los buenos amigos que había conocido empezaban a abandonar la ciudad.

Con lo que ganaba en mi trabajo por las mañanas (unos $1.200 al mes), el de los sábados por la mañana ($200) y el de por las tardes ($1.000 aprox. al mes) sumaba una cantidad aproximada a los 2.400 dólares mensuales, restándole los gastos que me suponía vivir en Brisbane (unos $1.100 al mes) me daba una cantidad de casi $1.300 dólares que ahorraba cada mes, teniendo en cuenta que aún me quedaba $1750 dólares que pagar del curso. En resumen, que si seguía a ese ritmo de trabajo durante el tiempo que me quedaba en Australia, hubiera conseguido el dinero suficiente para al menos amortizar lo que había invertido en viajar a las antípodas. Pero el hecho de perder el trabajo me puso otra vez contra las cuerdas.

La casa donde vivíamos estaba bastante bien, no tenía muchos lujos que solían tener las casas de algunos amigos míos, como era el aire acondicionado, la televisión por cable, la piscina o el gimnasio. Pero era una casa acogedora que estaba cerca del centro de la ciudad, cuyo alquiler no era excesivamente caro y con un gran nivel humano en su interior. Por ese motivo, me enfadó bastante el hecho de que nos obligaran a abandonarla, haciendo que el grupo se separa. Me mudé a una casa más pequeña que en la que vivía con 6 personas más, teniendo que pagar un poco más por el alquiler, aunque por suerte el nuevo hospedaje estaba situado en la misma zona, sólo a una calle de distancia del antiguo hogar. Los demás no tuvieron mejor suerte que yo, pues su casa parecía tercermundista, aunque no les importó mucho pues no durarían mucho allí.


Lukas acabaría dejando la casa para irse a otra mejor, mientras Carlos y Michael abandonarían el nuevo alojamiento y la ciudad para embarcarse en un viaje por el sudeste asiático antes de volver a sus respectivos países de origen. Fue una emotiva despedida por la cantidad de tiempo que compartíamos. Más tarde, se fueron añadiendo más personas a la lista de amigos que decían adiós, así como otros muchos que ya se habían ido antes. Todo esto me hizo sentir algo solo en Australia.

Viaje a Australia (XVI). Compañeros nuevos y viejas decepciones.

La nueva casa no estaba mal, aunque era más pequeña que la anterior, estaba casi nueva, tenía un gran salón y ventiladores en todas las habitaciones, había cuatro dormitorios, tres "share rooms" o habitaciones compartidas y la individual que era la mía. Una buena cocina y espacio suficiente en las neveras (cosas que se echaban de menos en la casa anterior).

La convivencia era buena con mis nuevos "housemates", aunque parecía que la casa estuviera dividida por nacionalidades porque en una habitación vivían dos brasileños, José y Onofre; en otra dos colombianos, Edwin y Alejandro; y en la otra dos iraníes…. no recuerdo sus nombres. Aunque no duraría mucho tiempo así, pues, como solía pasar, la gente iba y venía sin durar mucho.

Me llevaba bastante bien con los dos brasileños y los colombianos pero casi todos se fueron y sólo quedó Edwin con el que hice una buena amistad. Más tarde llegó Matt, un auténtico vividor australiano, despreocupado, divertido y que sabía disfrutar de la vida. Entre los tres pasamos unos momentos bastante buenos.

Carlos y Michael ya se habían ido y disfrutaban de su viaje por Tailandia, antes de partir, trataron de ayudarme con mi situación laboral intentando cederme sus puestos de trabajo cuando se marcharon, pero por unos motivos u otros, acabo siendo imposible.

Yo seguía buscando otro empleo, pero decidí que necesitaba subir un nivel más y encontrar algo mejor que limpiar mierdas de otros, así que me fui a una zona industrial cerca del puerto de Brisbane y repartí curriculums por los almacenes de allí. Ya había trabajado en un almacén en el puerto de Algeciras durante 5 años, así que la experiencia no iba a ser un problema.

Era principios de Noviembre, cuando me llamaron al móvil para concertar una entrevista de trabajo, dos días después de haber repartido curriculums por la zona portuaria. Accedí gustoso a presentarme a la mañana siguiente.

Llegué con 10 minutos de antelación a la entrevista, la administrativa que había tras el mostrador me invitó a sentarme en la sala de espera mientras avisaba a la persona encargada de evaluarme. A la hora señalada, una mujer de rasgos asiáticos me llevó al lugar donde se haría  la entrevista, una pequeña habitación simple con un gran ventanal, una mesa barata y un par de sillas. La entrevistadora me explicó en qué consistía el trabajo, las condiciones del mismo y retribuciones, cosas que sonaban como cantos de sirena en mis oídos, un trabajo de siete horas diarias ganando unos $45 dólares la hora y haciendo algo que ya había hecho durante años en el puerto Algeciras y que no tenía ningún secreto para mí. Mi sueño australiano, pues era la estabilidad total que necesitaba.



La entrevistadora me hizo un par de preguntas más y me dijo que no hacía falta seguir con la entrevista, pues viendo en mi curriculum la experiencia que tenía y mis aptitudes, yo era la persona perfecta para el puesto. Mi pecho se llenó de alegría y en mi cara se dibujaba una gran sonrisa mientras agradecía una y otra vez la oportunidad que me estaban dando. Pero se me olvidaba que estaba en Australia, la montaña rusa de las emociones, y cuando me disponía a levantarme de la silla y cerrar el acuerdo con un apretón de manos, el gesto de la entrevistadora cambió al ver algo en mi curriculum. Me preguntó qué clase de visado tenía, yo le contesté que el de estudiante pues no podía acceder a otro tipo de visado para poder trabajar. Ella me dijo que no podían contratar a alguien con ese tipo de visado, bajó la mirada y me estrechó la mano, no para cerrar un contrato sino para despedirse. Le dije que haría todo lo posible por conseguir la visa necesaria para ese puesto pero creo que ella ya sabía que eso era imposible.






La rabia me consumía cuando salí de aquel almacén, en ese momento tuve claro que no podría prosperar en ese país y que lo mejor que podía hacer en esa situación era coger un avión y volver a casa.  Y lo hubiera hecho ese mismo día, si hubiera tenía dinero suficiente.

sábado, 10 de enero de 2015

Viaje a Australia (XVII). Difícil estabilidad.

Pasaron unos días y me serené dejando la rabia por lo sucedido a un lado, enfrié mi mente y sólo pensé en hacer la mayor cantidad de dinero posible antes del feliz día de por fin abandonar ese país.

Gracias a mi amigo José,  un compañero de piso que volvía a Brasil, conseguí un trabajo por las tardes limpiando consultas y clínicas de médicos, que muy amablemente él me cedió antes de irse. Los jefes eran dos portugueses, padre e hijo, muy divertidos y agradables. Tony (Padre) y Carlos (hijo) que hablaban en una mezcla de portugues-inglés incomprensible, era gracioso verlos discutir así. No ganaba mucho pero el tiempo trabajado se me hacía ameno.

Poco después, mi amigo Luis también dejaba Australia para embarcarse en la aventura de viajar por el sureste asiatico. Una aventura que a mucha gente le gustaba hacer antes de volver a sus paises de procedencia, debido a la proximidad con Australia y porque siempre "te coge de camino". Por supuesto, a mí también me llamó la atención.

Antes de abandonar la ciudad de Brisbane, Luis me dio el número de su jefe para que lo llamara y ocupara el puesto que él dejaba libre como jardinero. Lo llamé y aceptó. De esa manera ya disponía de 4 empleos, algunos con mas horas de trabajo a la semana y otros con menos, con los cuales tenía una buena entrada de ingresos.

Era duro mantener los 4 empleos, había que hacer auténticos malabares para que uno de ellos no afectara al siguiente; días sin apenas dormir,  saltarme alguna comida o aprovechar las madrugadas para adelantar faena. No fue fácil, pero puedo asegurar con orgullo que conseguí realizar todo los trabajos lo mejor que pude, sin escatimar esfuerzo, hasta el último día antes de irme de la ciudad. Algo que me reconocieron mis jefes agradeciendome el esfuerzo, teniendo algún detalle conmigo y  prometiéndome su ayuda si algún día volvía a Brisbane.

Aún con tan poco tiempo libre, siempre intentaba seguir jugando al futbol los sábados por la tarde y mantener el contacto con los amigos. Los domingos trataba de  hacer alguna que otra excursión con Eli y Albert. O simplemente salir a tomar algo antes de empezar la estresante semana de trabajo.


Ya tenía una estabilidad económica más que  suficiente, un poco de tiempo libre para disfrutar con los amigos y la idea clara de ahorrar el máximo dinero posible para poder seguir viajando cuando dejara la ciudad. 

Viaje a Australia (XVIII). Las Fiestas Navideñas

Era época estival en Brisbane y los termómetros no solían bajar de los 35ºC, la gente aprovechaba para sacar a relucir sus prendas más veraniegas; y los establecimientos, centros comerciales y demás locales se apresuraban en bajar el aire acondicionado hasta límites polares al mismo tiempo que se afanaban en adornar sus escaparates con trabajadas obras de cuentos infantiles mientras la ciudad vestía sus calles con coloridos adornos y vistosas figuras para celebrar la proximidad de la Navidad, pues en las antípodas, esta fiesta tan tradicional coincidía con el caluroso verano australiano.




Me encantaba admirar la cantidad de contrastes allí existentes e imposibles de imaginar en otros lugares, como en mi tierra por ejemplo. Ver a la gente pasear con bermudas, chanclas y gorros de papa noel, escuchar villancicos a 40ºC o presenciar desfiles navideños al tiempo que disfrutaba de un helado eran cosas fascinantes para mi.  Era la primera vez que vivía unas navidades de esa forma y me gustaba.

Lo que no me gustaba era la falta de la familia en esas fechas tan entrañables, sobretodo en nochevieja y año nuevo.

Esas fechas habíamos planeado pasarlas en Sydney para disfrutar de sus conocidísimos fuegos artificiales de año nuevo y aprovechar para conocer un poco la ciudad más famosa de Australia. En Brisbane, muchas compañías y fábricas solían cerrar por vacaciones durante la época de Navidad, algo que por suerte me sucedió a mí, donde me concedieron 15 días libres en todos los empleos, pues mis jefes también se iban de vacaciones.

Raúl y Valentina, una encantadora pareja gallego-italiana y buenísimos amigos en Brisbane, se disponían a hacer un viaje en coche a Sydney para visitar a unos amigos y nos ofrecieron a Albert, Eli y a mi la oportunidad de acompañarlos y así repartir gastos del largo trayecto. Era una gran oportunidad, así que aceptamos rápidamente. Ante nosotros, casi  1.000 km de carretera y un día de maravillosas vistas y recónditos lugares.

Aunque el viaje comenzó siendo ameno y entretenido, haciendo varias paradas en algunos pueblos significativos durante el trayecto, cuando cayó la noche se empezó a tornar tedioso y agotador, algo comprensible después de tantas horas en la carretera. Cuando llegamos a Sydney, después de más de 12 horas de coche, sentimos el alivio de haber conseguido finalmente alcanzar el destino elegido.

Separamos nuestros caminos una vez llegados a Sydney, Raúl y Valentina se dirigieron a la casa de sus amigos y nosotros nos hospedamos en un alojamiento que Eli nos había buscado en la casa de una familia religiosa.  Todo el que me conoce sabe mi opinión sobre la religión, así que pensé que no me sentiría muy cómodo en un ambiente tan "cristianizado", pero fue muy agradable compartir unos días con aquella familia tan simpática, a pesar de la diferencia de ideas.

Disfrutamos de unos días espléndidos en Sydney, bonitas playas como Bondi y Manly beach, grandiosas edificaciones como el opera house, parajes naturales como las blue montains, parques, monumentos y lugares históricos; y cómo no, los famosos fuegos artificiales con que daban la bienvenida al año 2014, hubo muchísima gente congregada que tuvo la suerte de verlos en primera fila.

viernes, 9 de enero de 2015

Viaje a Australia (XIX). La cuenta atrás.

Las vacaciones terminaron rápido y pronto llegaba la vuelta al trabajo. Vuelta a la rutina pero con las pilas cargadas. Me sentía muy bien, el trabajo no se me hacía tan duro como al principio, a pesar del calor sofocante, y mi cabeza divagaba sobre los posibles destinos de los que disfrutar una vez acabada mi estancia en Brisbane.



Los días y las semanas pasaban volando. El buen rollo en los trabajos, la ausencia de aburridas clases y los gratos momentos con mis amigos contribuían a que fuera así. En uno de esos inolvidables momentos con mis buenos amigos, tomando unas cervezas después de un partido de fútbol, conocí a una persona maravillosa. Una onubense preciosa de pelo largo, figura esbelta y mucha personalidad llamada Cristina. Gracias a ella, redescubrí algo que había olvidado cuando llegué a Brisbane y que me era muy típico y familiar en mi tierra cada vez que salía a la calle, la forma de andar y de vestir, sobretodo de las mujeres andaluzas. Ese sonido de tacones al ritmo del latido de un corazón que silencia todo a su alrededor y hace que, por mucho que te resistas, tengas que girar la cabeza en busca de la dueña de tan dulce melodía. Y la forma de vestir tan casual y elegante al mismo tiempo, ese arte de estar igual de guapisima con un pantalón vaquero y una camisa que con un traje de noche.


En Australia no se lleva ese estilo de moda, los tacones apenas se ven y a las que los llevan se les nota que están incómodas con ellos por la falta de costumbre. Y la ropa casi siempre holgada con colores llamativos y diseños estrafalarios. Puede que yo sea demasiado clásico para estas cosas y un inculto en moda, pero no hay nada más atractivo que una mujer con tacones, pantalón vaquero ajustado, camiseta y personalidad.

Debido a que mi trabajo por las tardes y las clases de Cristina empezaban a la misma hora, y no estaban muy lejos un sitio del otro, solíamos quedar a tomar un café y charlar antes de ir cada uno a realizar sus obligaciones. Era otro momento agradable del día que hacía del tiempo que me quedaba en Brisbane algo fugaz, aunque era el único instante en el que no me alegraba de que fuera así.


Poco después, hablé con Albert y unos cuantos amigos más y ya tenía hecho mi plan de viajes para cuando se me acabara la visa: Cairns (Australia), buceo en la barrera de Coral, Bali (Indonesia), Tailandia y España!!.



"No podras descubrir nuevos océanos si no tienes el coraje de perder de vista la costa"