Lo preparé todo mediante una agencia que lleva estudiantes a
varios puntos del planeta. Por mi condición de español, no podía entrar en
Australia a menos que fuera con un visado de estudiante, el cuál me permitía
trabajar un máximo de 20h. a la semana mientras durara los estudios y a jornada
completa durante las vacaciones del curso. Me esperaba poder trabajar bastante
más pero no me importaba, mi prioridad era salir de donde me encontraba y ganar
el dinero suficiente para poder subsistir.

En total me había gastado unos 3.500€ y aún no había subido
al avión, pero ya no había vuelta atrás.
Mi aventura en solitario hacia algo tan exótico y
desconocido como Australia estaba cada vez más cerca y con ello emergieron dos
sentimientos dentro de mi que hacía tiempo que no sentía, uno era la ilusión
por descubrir qué me esperaba allí y el otro era el miedo por volver a fracasar
como ya era costumbre en mi….Tengo que admitir que, por momentos, el miedo
superaba a la ilusión pero ya lo tenía decidido, esa era mi vía de escape, mi
último tren… y no podía dejarlo escapar.
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