domingo, 18 de enero de 2015

Viaje a Australia (IV). Organizar el viaje y hacer cuentas.


Lo preparé todo mediante una agencia que lleva estudiantes a varios puntos del planeta. Por mi condición de español, no podía entrar en Australia a menos que fuera con un visado de estudiante, el cuál me permitía trabajar un máximo de 20h. a la semana mientras durara los estudios y a jornada completa durante las vacaciones del curso. Me esperaba poder trabajar bastante más pero no me importaba, mi prioridad era salir de donde me encontraba y ganar el dinero suficiente para poder subsistir.


Australia exige una serie de requisitos para poder traspasar sus fronteras que no son para nada baratos. Al ser español y no poder acceder al visado de trabajo, debía entrar con un visado de estudiante que costaba unos 450€, más el curso que tenía que contratar al ser estudiante, que debe ser de inglés si no certificas un nivel avanzado del mismo, dicho curso oscila entre los 2.000 y los 4.000€ por tres meses de formación (evidentemente escogí el más barato) añadiendo otros 100€ aproximadamente por un examen médico que te exige el departamento de Inmigración Australiana para asegurarse que no padeces tuberculosis, dengue o cualquier enfermedad que pueda ser introducida en su singular ecosistema. A todo eso hay que sumar el billete de avión que ronda los 750€ (solo ida), otros 150€ por una semana de alojamiento en un backpacker o albergue mientras encontraba una residencia mas estable y otros 100 o 200€ en preparativos para un viaje tan largo (maleta, adaptador de enchufe, pantalones, etc..)

En total me había gastado unos 3.500€ y aún no había subido al avión, pero ya no había vuelta atrás.


Mi aventura en solitario hacia algo tan exótico y desconocido como Australia estaba cada vez más cerca y con ello emergieron dos sentimientos dentro de mi que hacía tiempo que no sentía, uno era la ilusión por descubrir qué me esperaba allí y el otro era el miedo por volver a fracasar como ya era costumbre en mi….Tengo que admitir que, por momentos, el miedo superaba a la ilusión pero ya lo tenía decidido, esa era mi vía de escape, mi último tren… y no podía dejarlo escapar.

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