sábado, 10 de enero de 2015

Viaje a Australia (XVIII). Las Fiestas Navideñas

Era época estival en Brisbane y los termómetros no solían bajar de los 35ºC, la gente aprovechaba para sacar a relucir sus prendas más veraniegas; y los establecimientos, centros comerciales y demás locales se apresuraban en bajar el aire acondicionado hasta límites polares al mismo tiempo que se afanaban en adornar sus escaparates con trabajadas obras de cuentos infantiles mientras la ciudad vestía sus calles con coloridos adornos y vistosas figuras para celebrar la proximidad de la Navidad, pues en las antípodas, esta fiesta tan tradicional coincidía con el caluroso verano australiano.




Me encantaba admirar la cantidad de contrastes allí existentes e imposibles de imaginar en otros lugares, como en mi tierra por ejemplo. Ver a la gente pasear con bermudas, chanclas y gorros de papa noel, escuchar villancicos a 40ºC o presenciar desfiles navideños al tiempo que disfrutaba de un helado eran cosas fascinantes para mi.  Era la primera vez que vivía unas navidades de esa forma y me gustaba.

Lo que no me gustaba era la falta de la familia en esas fechas tan entrañables, sobretodo en nochevieja y año nuevo.

Esas fechas habíamos planeado pasarlas en Sydney para disfrutar de sus conocidísimos fuegos artificiales de año nuevo y aprovechar para conocer un poco la ciudad más famosa de Australia. En Brisbane, muchas compañías y fábricas solían cerrar por vacaciones durante la época de Navidad, algo que por suerte me sucedió a mí, donde me concedieron 15 días libres en todos los empleos, pues mis jefes también se iban de vacaciones.

Raúl y Valentina, una encantadora pareja gallego-italiana y buenísimos amigos en Brisbane, se disponían a hacer un viaje en coche a Sydney para visitar a unos amigos y nos ofrecieron a Albert, Eli y a mi la oportunidad de acompañarlos y así repartir gastos del largo trayecto. Era una gran oportunidad, así que aceptamos rápidamente. Ante nosotros, casi  1.000 km de carretera y un día de maravillosas vistas y recónditos lugares.

Aunque el viaje comenzó siendo ameno y entretenido, haciendo varias paradas en algunos pueblos significativos durante el trayecto, cuando cayó la noche se empezó a tornar tedioso y agotador, algo comprensible después de tantas horas en la carretera. Cuando llegamos a Sydney, después de más de 12 horas de coche, sentimos el alivio de haber conseguido finalmente alcanzar el destino elegido.

Separamos nuestros caminos una vez llegados a Sydney, Raúl y Valentina se dirigieron a la casa de sus amigos y nosotros nos hospedamos en un alojamiento que Eli nos había buscado en la casa de una familia religiosa.  Todo el que me conoce sabe mi opinión sobre la religión, así que pensé que no me sentiría muy cómodo en un ambiente tan "cristianizado", pero fue muy agradable compartir unos días con aquella familia tan simpática, a pesar de la diferencia de ideas.

Disfrutamos de unos días espléndidos en Sydney, bonitas playas como Bondi y Manly beach, grandiosas edificaciones como el opera house, parajes naturales como las blue montains, parques, monumentos y lugares históricos; y cómo no, los famosos fuegos artificiales con que daban la bienvenida al año 2014, hubo muchísima gente congregada que tuvo la suerte de verlos en primera fila.

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