

Lo que no me gustaba era la falta de la familia en esas
fechas tan entrañables, sobretodo en nochevieja y año nuevo.
Raúl y Valentina, una encantadora pareja gallego-italiana y
buenísimos amigos en Brisbane, se disponían a hacer un viaje en coche a Sydney
para visitar a unos amigos y nos ofrecieron a Albert, Eli y a mi la oportunidad
de acompañarlos y así repartir gastos del largo trayecto. Era una gran
oportunidad, así que aceptamos rápidamente. Ante nosotros, casi 1.000 km de carretera y un día de
maravillosas vistas y recónditos lugares.
Aunque el viaje comenzó siendo ameno y entretenido, haciendo
varias paradas en algunos pueblos significativos durante el trayecto, cuando
cayó la noche se empezó a tornar tedioso y agotador, algo comprensible después
de tantas horas en la carretera. Cuando llegamos a Sydney, después de más de 12
horas de coche, sentimos el alivio de haber conseguido finalmente alcanzar el
destino elegido.
Separamos nuestros caminos una vez llegados a Sydney, Raúl y
Valentina se dirigieron a la casa de sus amigos y nosotros nos hospedamos en un
alojamiento que Eli nos había buscado en la casa de una familia religiosa. Todo el que me conoce sabe mi opinión sobre la
religión, así que pensé que no me sentiría muy cómodo en un ambiente tan "cristianizado",
pero fue muy agradable compartir unos días con aquella familia tan simpática, a
pesar de la diferencia de ideas.
Disfrutamos de unos días espléndidos en Sydney, bonitas
playas como Bondi y Manly beach, grandiosas edificaciones como el opera house,
parajes naturales como las blue montains, parques, monumentos y lugares
históricos; y cómo no, los famosos fuegos artificiales con que daban la
bienvenida al año 2014, hubo muchísima gente congregada que tuvo la suerte de
verlos en primera fila.
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