Tardé poco en descubrir que no me había equivocado
quedándome más tiempo en Australia. Gracias a Verónica, amiga y compañera en
Viva College, conseguí un nuevo trabajo para algunas tardes, eso sí y cómo no,
limpiando las instalaciones de una empresa constructora. Eso me hacía sentirme
más desahogado, pero aún no era suficiente para conseguir mis objetivos.

Algunas tardes, Carlos y yo quedábamos con Eli para tomar
café y hablar de nuestras cosas. Eli era la que más tiempo llevaba viviendo en
Australia dentro de nuestro grupo, y siempre se escuchaba con atención cuanto
decía. Una mujer con carrera universitaria, inteligente, guapa, divertida, temeraria
y con un altísimo nivel de inglés; y tras 2 años en Australia, trabajaba de
niñera para sus caseros… Eso me daba mucho que pensar sobre mis objetivos en
ese país, porque si una persona tan bien preparada como ella sólo podía aspirar
a un puesto así; entonces yo, sin titulación universitaria, de pensamiento
espeso, algo inseguro y con un nivel de inglés bastante suficiente, ¿A qué
podría aspirar en Australia? ¿A seguir limpiando oficinas y baños durante
años?... Nunca he sido una persona
privilegiada, que haya podido trabajar haciendo las cosas que más gustan. Si me
tengo que tirar al barro para ganar un sueldo digno, lo hago sin perder la
cara; pero me gusta saber que el trabajo que hago va dirigido hacia algo mejor
que me ayudará a prosperar, que estar en el barro es sólo el primer escalón en
la escalera hacia el éxito y ver que hay luz al final del túnel pues no es
grato vivir en la oscuridad.
En fin, cada día me daba más cuenta que Australia no era
precisamente el país de las oportunidades.
En una de nuestras reuniones de sobremesa, Eli vino
acompañada de un recién llegado a la ciudad de Brisbane, Albert, un chico
deportista, amante del fútbol y del Barça, proveniente de un pueblo de la
Cataluña profunda, cosa que se hacía patente por su marcado acento al hablar.
Una maravillosa persona, trabajador incansable y alma de las fiestas como
descubriría más adelante.
Durante la amistosa charla de los cuatro en la cafetería,
Eli, cabeza pensante del grupo, propuso la idea de hacer un viaje de un fin de
semana por varias ciudades al sur de Brisbane como Byron Bay o Nimbin, para
celebrar su cumpleaños y también un poco a modo de despedida de Carlos pues le
quedaban pocas semanas en el país. Una gran idea pues nos apuntamos todos al
instante.
El viaje acabó siendo inolvidable, lleno de anécdotas muy
divertidas, momentos únicos y bastante alcohol. Un recuerdo imborrable de
cuando me lo pasé realmente bien en Australia.
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