lunes, 12 de enero de 2015

Viaje a Australia (XIV). Buenos Momentos.

Tardé poco en descubrir que no me había equivocado quedándome más tiempo en Australia. Gracias a Verónica, amiga y compañera en Viva College, conseguí un nuevo trabajo para algunas tardes, eso sí y cómo no, limpiando las instalaciones de una empresa constructora. Eso me hacía sentirme más desahogado, pero aún no era suficiente para conseguir mis objetivos.

También disponía de más tiempo libre, que disfrutaba yendo con mis housemates, Carlos y Michael, al Victoria Park, un parque acondicionado para hacer ejercicios físicos con barras y demás artilugios. La verdad es que Carlos y yo necesitabamos hacer algo de deporte para mejorar nuestra forma. Aunque no fuéramos muy constantes.



Algunas tardes, Carlos y yo quedábamos con Eli para tomar café y hablar de nuestras cosas. Eli era la que más tiempo llevaba viviendo en Australia dentro de nuestro grupo, y siempre se escuchaba con atención cuanto decía. Una mujer con carrera universitaria, inteligente, guapa, divertida, temeraria y con un altísimo nivel de inglés; y tras 2 años en Australia, trabajaba de niñera para sus caseros… Eso me daba mucho que pensar sobre mis objetivos en ese país, porque si una persona tan bien preparada como ella sólo podía aspirar a un puesto así; entonces yo, sin titulación universitaria, de pensamiento espeso, algo inseguro y con un nivel de inglés bastante suficiente, ¿A qué podría aspirar en Australia? ¿A seguir limpiando oficinas y baños durante años?...  Nunca he sido una persona privilegiada, que haya podido trabajar haciendo las cosas que más gustan. Si me tengo que tirar al barro para ganar un sueldo digno, lo hago sin perder la cara; pero me gusta saber que el trabajo que hago va dirigido hacia algo mejor que me ayudará a prosperar, que estar en el barro es sólo el primer escalón en la escalera hacia el éxito y ver que hay luz al final del túnel pues no es grato vivir en la oscuridad.

En fin, cada día me daba más cuenta que Australia no era precisamente el país de las oportunidades.

En una de nuestras reuniones de sobremesa, Eli vino acompañada de un recién llegado a la ciudad de Brisbane, Albert, un chico deportista, amante del fútbol y del Barça, proveniente de un pueblo de la Cataluña profunda, cosa que se hacía patente por su marcado acento al hablar. Una maravillosa persona, trabajador incansable y alma de las fiestas como descubriría más adelante.

Durante la amistosa charla de los cuatro en la cafetería, Eli, cabeza pensante del grupo, propuso la idea de hacer un viaje de un fin de semana por varias ciudades al sur de Brisbane como Byron Bay o Nimbin, para celebrar su cumpleaños y también un poco a modo de despedida de Carlos pues le quedaban pocas semanas en el país. Una gran idea pues nos apuntamos todos al instante.



El viaje acabó siendo inolvidable, lleno de anécdotas muy divertidas, momentos únicos y bastante alcohol. Un recuerdo imborrable de cuando me lo pasé realmente bien en Australia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios.