Me alojaba en "Banana Benders", un backpacker o, en su traducción al español, un albergue para mochileros. Compartía habitación con otras 3 personas a cada cual
más raro, aunque apenas los veía pues sólo coincidíamos de noche cuando
llegábamos para descansar y generalmente siempre había alguien durmiendo.
Llegué a hablar con mi compañero de litera, un alemán con
cara de niño que parecía haber venido de excursión con el colegio, dado mi
escaso nivel de inglés y mi nulo nivel de alemán, la conversación no duró
mucho. En la otra litera dormía un japonés, que trabajaba de cocinero en un
restaurante y tenía la extraña costumbre de llevarse los cuchillos a la cama, y
un sueco, al que apenas vi un par de veces.
De todas formas, aquello era un ir y venir de personas de
todos los lugares del mundo, alemanes, brasileños, suecos, daneses, japoneses,
coreanos, etc.. que se alojaban allí, algunos simplemente por un día o dos y otros durante meses.
Una vez instalado temporalmente en el backpacker,
tocaba visitar a Miguel, la persona que la agencia tenía en Brisbane para ayudar a los
nuevos estudiantes que llegaban a la ciudad provenientes de distintos puntos de
España. Fue de gran ayuda, pues me presentó a gran parte de la comunidad
española que él conocía en Brisbane… y ellos a su vez me ofrecieron su ayuda
para aclimatarme mejor a la nueva vida en Australia.
Gracias a Montse, una malagueña preciosa, que conocí por gentileza de Miguel, conseguí dejar el backpacker donde me alojaba para irme a vivir en
lo que sería mi hogar durante más de 6 meses.
En fin, el problema del alojamiento estable ya estaba
solucionado, ya sólo quedaba empezar las clases y buscar un trabajo para
mantenerme.
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