viernes, 16 de enero de 2015

Viaje a Australia (VII). La adaptación.


Me alojaba en "Banana Benders", un backpacker o, en su traducción al español, un albergue para mochileros. Compartía habitación con otras 3 personas a cada cual más raro, aunque apenas los veía pues sólo coincidíamos de noche cuando llegábamos para descansar y generalmente siempre había alguien durmiendo.


Llegué a hablar con mi compañero de litera, un alemán con cara de niño que parecía haber venido de excursión con el colegio, dado mi escaso nivel de inglés y mi nulo nivel de alemán, la conversación no duró mucho. En la otra litera dormía un japonés, que trabajaba de cocinero en un restaurante y tenía la extraña costumbre de llevarse los cuchillos a la cama, y un sueco, al que apenas vi un par de veces.

De todas formas, aquello era un ir y venir de personas de todos los lugares del mundo, alemanes, brasileños, suecos, daneses, japoneses, coreanos, etc.. que se alojaban allí, algunos simplemente por un día o dos y otros durante meses.

Una vez instalado temporalmente en el backpacker, tocaba visitar a Miguel, la persona que la agencia tenía en Brisbane para ayudar a los nuevos estudiantes que llegaban a la ciudad provenientes de distintos puntos de España. Fue de gran ayuda, pues me presentó a gran parte de la comunidad española que él conocía en Brisbane… y ellos a su vez me ofrecieron su ayuda para aclimatarme mejor a la nueva vida en Australia.

Gracias a Montse, una malagueña preciosa, que conocí por gentileza de Miguel, conseguí dejar el backpacker donde me alojaba para irme a vivir en lo que sería mi hogar durante más de 6 meses.

En fin, el problema del alojamiento estable ya estaba solucionado, ya sólo quedaba empezar las clases y buscar un trabajo para mantenerme.

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